Juventud y relevo generacional: una apuesta de futuro para la sostenibilidad del tercer sector
Una de las claves para garantizar la sostenibilidad del tercer sector a medio y largo plazo es su capacidad para atraer e implicar a nuevas generaciones. Este relevo generacional —tanto en los equipos profesionales como en los órganos de gobierno o en el voluntariado— no es un asunto menor: sin juventud, el futuro de muchas organizaciones sociales está en riesgo. Si no se incorporan nuevas personas que asuman progresivamente el testigo, muchas entidades pueden ver comprometida su continuidad, su capacidad de innovar o su vínculo con los cambios sociales.
Pero el relevo generacional no solo es una necesidad, también es una oportunidad. Una entidad que logra atraer talento joven a sus equipos gana en:
diversidad de perspectivas,
impulsa procesos de transformación digital,
se renueva culturalmente
y se adapta mejor a los lenguajes, canales y sensibilidades del presente.
Además, las personas jóvenes pueden actuar como puente con otras audiencias, expandiendo la base social de apoyo, el alcance comunicativo y el impacto de las campañas.
Igualmente, contar con una base social rejuvenecida —ya sea en forma de voluntariado, comunidad digital o personas donantes— fortalece el vínculo de la entidad con las causas del presente y asegura una mayor sostenibilidad a futuro. Porque si no sembramos ahora la conexión con las nuevas generaciones, no habrá quién cuide, defienda ni financie nuestras causas dentro de diez o veinte años. El relevo generacional es, en definitiva, una apuesta de futuro que debe abordarse desde hoy.
El desafío no es sencillo: competir con otros sectores por el talento joven cuando no se pueden ofrecer salarios elevados requiere poner en valor otros elementos que sí distinguen a nuestras entidades, como el propósito, la coherencia y la oportunidad real de participar en algo que transforma el mundo. La juventud responde cuando las causas merecen la pena; el reto del sector es lograr que esa respuesta no sea puntual, sino sostenida. Que no se quede en simpatía, sino que se traduzca en compromiso.
No se trata de que la juventud no esté comprometida con las causas sociales. Según el estudio “Jóvenes y ONG: Los retos de la colaboración entre las ONG y la juventud”, 3 de cada 4 personas de entre 16 y 35 años están interesadas contribuir con causas sociales o medioambientales. Y más de la mitad (55%) afirman que es esencial que su trabajo o estudios se alineen con sus valores.
Otro estudio de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) determinó que la generación Z –personas nacidas entre 1997 y 2002– es la que más valora el compromiso de las empresas con los criterios éticos, sociales, ambientales y laborales de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC). Y según una reciente encuesta de Ad Age y The Harris Poll, el 40% de la generación Z ha optado por dejar de utilizar o adquirir producto de marcas que no cumplen con criterios de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI).
Sin embargo, este compromiso social no se traduce en un acercamiento hacia el tercer sector. Según el estudio “La relación de la Gen Z con el tercer sector”, entre los jóvenes de 20 a 30 años se ha perdido el modelo de socio/a y tan sólo el 20% colabora con cuotas periódicas. Más allá del apoyo económico, las entidades sociales tampoco son percibidas como una opción laboral: un 44% no se plantea trabajar en una ONG. Y casi la mitad (49%) cree que las entidades que crecen en exceso e incorporan a una mayoría de personal remunerado pierden su esencia (Esade – PwC, 2025).
¿Cómo podríamos, entonces, aprovechar el compromiso social de la juventud y canalizarlo en forma de vocación o apoyo hacia el tercer sector? En este post abordamos 3 obstáculos habituales que impiden que las entidades sociales conecten con la juventud y te proponemos estrategias que pueden ayudarles a atraer a las nuevas generaciones. ¡E incluimos algunos ejemplos de buenas prácticas!

1. Desconfianza y desconocimiento del sector
Entre las nuevas generaciones, el nivel de confianza medio en las ONG es solo de 5,4 sobre 10, con un preocupante 10% que declara tener una confianza nula. Y en el lado de las propias entidades, el 41% reconoce que la mayoría de las campañas de comunicación realizadas para captar el interés de la juventud no son efectivas (Esade – PwC, 2025).
Como acabamos de ver, esta distancia no puede entenderse como una cuestión de falta de interés: es, en gran medida, una cuestión de desconocimiento mutuo. Muchas personas jóvenes no saben realmente qué hacen las ONG, cómo se financian, cuál es su impacto o qué papel juegan en la sociedad. Esta falta de visibilidad y comprensión puede alimentar la desconfianza, especialmente en un contexto donde la exigencia de transparencia es cada vez mayor y donde la juventud tiende a evaluar las instituciones según criterios de coherencia, ética e impacto medible.
Además, buena parte de la narrativa pública sobre el tercer sector sigue centrada en la urgencia, el déficit y la necesidad, pero no en la propuesta de valor o en el potencial transformador que tienen estas organizaciones. Sin referentes cercanos, sin historias que interpelen directamente y sin canales adaptados a sus códigos, es lógico que las personas jóvenes no sientan a las ONG como espacios propios. Reducir esa brecha comunicativa es el primer paso para recuperar su confianza y lograr su implicación.
Estrategias para combatir este obstáculo:
Comunicar con transparencia: lo que más valoran las personas jóvenes de una ONG es su transparencia en el uso de los fondos (78%) y el impacto en resultados visibles (52%) (Esade – PwC, 2025).
Es clave que las entidades sociales muestren cómo se gestionan los recursos y los resultados concretos se están consiguiendo. Pero no se trata solo publicar memorias o informes técnicos, sino traducir esa información a formatos atractivos para las audiencias más jóvenes, como vídeos breves, infografías, historias reales o testimonios.
Mostrar al equipo humano detrás de la entidad: presentar al equipo –profesionales, voluntariado, personas beneficiarias o aliadas– a través de contenidos como entrevistas breves, "un día en la vida de..." o reels ayuda construir una conexión emocional más sólida que cualquier discurso institucional.
Una organización que está siguiendo esta estrategia es Médicos Sin Fronteras con sus reels en Instagram bajo la etiqueta #AsíSomosMSF.
2. Desconexión con los intereses de la juventud
Para lograr un verdadero acercamiento a las personas jóvenes, las entidades sociales deben conectar su propuesta —ya sea de participación, voluntariado o empleo— con aquello que realmente les importa.
Por un lado, muestran especial interés por los temas que les afectan directamente: cuestiones como la vivienda, el empleo o la salud mental son prioritarias porque inciden en su día a día. Así lo reflejan los datos del estudio Esade – PwC (2025), que muestran estas preocupaciones como las más relevantes para este grupo de edad. Pero esta conexión no se limita a lo personal: muchas personas jóvenes también tienen una fuerte capacidad de empatía hacia las problemáticas sociales y una elevada conciencia ética, que se activa cuando encuentran causas con las que pueden identificarse y contribuir.
Por otro lado, cuando hablamos de empleo, las prioridades de la juventud han cambiado. Quieren trabajos significativos, donde puedan crecer profesionalmente, sentirse valoradas y que estén alineados con sus valores. Según el último informe global de Deloitte (2025), tanto la generación Z como las personas millennials valoran el equilibrio entre la vida personal y laboral, la posibilidad de aprender continuamente y el hecho de que su trabajo tenga un impacto positivo en el mundo. Para muchas personas jóvenes, el propósito y el bienestar importan tanto como el salario.
Teniendo esto en cuenta, es necesario repensar cómo se diseñan las propuestas del tercer sector para este grupo de edad, tanto desde el enfoque temático como desde la experiencia de participación.
Estrategias para combatir este obstáculo:
Alinear las causas con los intereses reales de la juventud
Según el estudio Esade – PwC (2025), los temas que más preocupan a las personas jóvenes en España son la salud física y mental (62 %), la vivienda (61 %) y el empleo (55%). Estas temáticas representan una vía de entrada natural para conectar con ellas y ellos, ya que responden a inquietudes personales y colectivas.
Aunque estos temas no siempre coincidan con el eje principal de trabajo de una organización, es posible encontrar puntos de intersección que permitan generar empatía. Por ejemplo, una entidad centrada en el sinhogarismo puede abordar la dimensión de salud mental o las barreras de acceso a la vivienda, como hizo FACIAM con su publicación “salud mental y sinhogarismo”. Este tipo de conexiones no solo actualiza el enfoque de las entidades, sino que muestra a las personas jóvenes que sus preocupaciones también forman parte del debate social.
Ofrecer propuestas laborales que respondan a sus expectativas reales
El contexto laboral actual exige a las entidades sociales adaptarse a las nuevas expectativas profesionales de la juventud. Las personas jóvenes buscan entornos donde puedan desarrollarse, sentirse respetadas, mantener un equilibrio vital saludable y contribuir a un propósito colectivo. El informe de Deloitte (2025) señala que el equilibrio vida-trabajo, la estabilidad emocional y la autenticidad de los liderazgos son factores clave para retener talento joven. Además, un estudio conjunto de TalentLMS y BambooHR (2024) indica que un 68% de las personas jóvenes valora trabajar en organizaciones comprometidas con la justicia social y el medioambiente, y un 82% valora positivamente que se promuevan prácticas de bienestar como días de salud mental.
Para resultar atractivas como empleadoras, las entidades del tercer sector deben ir más allá del compromiso ético y generar condiciones laborales dignas, espacios de aprendizaje continuo, prácticas de cuidado y estructuras horizontales que fomenten la participación activa en los proyectos.
Fomentar su participación activa desde el diseño
El escaso peso de la juventud en los órganos de decisión del tercer sector es una oportunidad desaprovechada. Implicar a las personas jóvenes desde el inicio —ya sea a través de grupos de trabajo, dinámicas de co-creación o consultas abiertas— no solo mejora la calidad de las propuestas, sino que construye vínculos más sólidos y sostenidos en el tiempo.
Ejemplo de ello pueden ser el trabajo de la Plataforma de Organizaciones de Infancia (POI) o la iniciativa Ciudades Amigas de la Infancia de Unicef. Ambas promueven espacios de participación infantil y juvenil en todo el territorio español. A través de consejos locales, encuentros y jornadas estatales, niños, niñas y adolescentes debaten, opinan y formulan propuestas que se elevan a las administraciones. Esta experiencia demuestra que cuando se les escucha de verdad, las personas jóvenes responden con compromiso, creatividad y sentido de comunidad. Aplicar estos aprendizajes al conjunto del sector puede ser clave para construir organizaciones más abiertas, representativas y sostenibles.
3. Modelos de colaboración anticuados
El escaso interés de las personas jóvenes por la colaboración económica recurrente –solo el 20% de la generación Z colabora con cuotas periódicas (Darwin&Verne Mazinn, 2023) – indica que estos modelos no se ajustan a las motivaciones, tiempos ni estilos de vida de la juventud.
En cambio, el voluntariado joven ha aumentado significativamente en 2024, según el último informe del Observatorio de la Plataforma del Voluntariado de España, lo que indica un interés por este ámbito.
Estrategias para combatir este obstáculo:
Ofrecer vías de colaboración más flexibles y creativas: opciones como el microvoluntariado, la financiación de campañas puntuales o la colaboración en proyectos concretos les permiten implicarse de forma significativa, sin necesidad de adquirir compromisos rígidos o a largo plazo.
Un ejemplo de ello es el programa U4Impact, que conecta a entidades sociales y estudiantes universitarios que deseen realizar trabajos de fin de grado o fin de máster que contribuyan a una causa social.
Aprovechar sus habilidades: invitarles a participar desde lo que mejor saben hacer y disfrutan: crear contenido para redes, aportar ideas frescas, generar impacto desde lo digital o proponer soluciones creativas.
Generar comunidad: más allá de colaborar en una causa, muchas personas jóvenes buscan sentirse parte de algo compartido. Es interesante crear espacios donde puedan establecer vínculos afectivos, compartir experiencias y construir una identidad colectiva en torno a unos valores comunes.
Un ejemplo es el proyecto Bróders de la Fundación Iniciativa Social y La Intersección. Se trata de un espacio pensado para hombres jóvenes donde pueden hablar, compartir dudas y crear comunidad para construir nuevas masculinidades, más sanas e inclusivas. Además, la inclusión de un canal de WhatsApp les permite mantener una comunicación más directa.
Esperamos que este artículo te haya resultado útil para pensar estrategias propias y poder acercarte a las audiencias más jóvenes. Porque cuando escuchamos sus intereses, la juventud responde. Y, así, el futuro del tercer sector se fortalece.
Contenidos, visualizando página 1 de 1
Contenido relacionado
¿Cómo las organizaciones que trabajan con la juventud pueden aprovechar las oportunidades de los Programas de Juventud Europeos y de la Estrategia Nacional de Inclusión y Diversidad?
La inclusión social de las personas jóvenes con menos oportunidades es una prioridad para la Unión Europea.
Temática:
- Fondos europeos